Algo más sobre la libertad de expresión
En las últimas hora los periodistas se sintieron sacudidos por expresiones descalificadoras, insultantes y mentirosas del presidente sobre la profesión de informar y opinar.
El presidente Milei habló del periodismo y dijo textualmente: “El periodismo se ha corrompido, ensuciado y prostituido al calor de los sobres y la pauta oficial. La extorsión es moneda corriente. La mentira, la difamación, la calumnia son algo frecuente también”.
El presidente se equivoca en hablar del «periodismo» en general. Son algunos periodistas los que aceptan sobres y los que por una pauta oficial dejan de criticar medidas que atentan contra la vida de millones de ciudadanos.
El presidente Milei tiene derecho a opinar sobre lo que quiera, inclusive sobre lo que publican y opinan los periodistas. De hecho lo vienen haciendo la mayoría de los presidentes en los últimos 41 años de democracia. Lo que no puede hacer Milei es descalificar, denostar, insultar y agredir a quienes informan y opinan con independencia y criterio propio. Lo que el presidente no puede hacer es englobar a todos/as los y las periodistas en amigos o enemigos, porque no lo somos o deberíamos ser. Lo que es inadmisible es que se ufane por la quiebra de los medios, que si preguntás algo que incomoda o dispara una respuesta libertaria cuestionable califique a la periodista que la formuló de zurda.
Si el presidente dice que los periodistas se corrompieron por sobres o la pauta oficial debería denunciar a quienes corrompieron y a quienes se dejaron corromper…o hay amigos del presidente en ese colectivo comunicacional?
Los y las periodistas deberíamos hacer un debate sobre el estado del periodismo, porque al igual que las distintas profesiones en este tiempo y como viene ocurriendo con la mayoría de las instituciones, se advierte un deterioro y decadencia más que evidente. No se trata de abroquelarse y hacer una defensa corporativa. En todo caso se necesita defender al periodismo, como a la justicia y ser más críticos respecto a la forma en que las personas ejercen su trabajo, con mayor o menor idoneidad, compromiso y honestidad.
Javier Milei no es cualquier persona, es el presidente de todos los argentinos y en un estado de derecho debería elevar el debate, salir de su papel de energúmeno panelista y velar por uno de los pilares de la democracia que es el derecho a informarse, a opinar y a ejercer sin coerción la libertad de expresión. Debería garantizar que nadie tenga miedo de poder decir sus ideas sin temer la represalia de un ejército de trolls y el ninguneo permanente al que se somete a quienes no piensan como los libertarios.
Es un debate, entre los muchos que nos debemos los periodistas para con nosotros y para con la sociedad.