«Puedo dejar de hacer cualquier cosa, pero no dejar de ser madre» Carolina Fernandez

La actriz, periodista y escritora Carolina Fernández visitó Apuntes del Porvenir en laRZ y habló de su primera novela de autoficción «Putamadre», publicada  por Sudestada y que va por su segunda edición.

Carolina nos cuenta por qué eligió un título provocador, Putamadre:»el nombre de mi novela tiene algo que ver con lo que decías, ser una mujer atractiva, hegemónica…si es así no podés ser inteligente y si realmente conseguís algo en tu vida es por puta, no por inteligente y por otro lado cuando las maternidades no son lo que esperabas, soñabas y lo que la sociedad espera, eso también tiene un estigma, tu hijo vive lo que vive por culpa tuya, por mala madre, por tu responsabilidad y por putamadre. Sofía Gala Castiglione (que es una gran amiga y le pone su voz al libro para muchas presentaciones) dice: podes ser madre, podes ser puta, pero no podes ser putamadre y también le puse ese nombre al libro riéndome y haciendo una ironía de lo que pasaba en el pueblo -Carmen de Patagones- y en esta historia de esta madre y este hijo».

Caro Fernández se expone en este libro y explica por qué lo denomina autoficción: «la autoficción tiene esos bordes difusos que nos permiten contar nuestra historia, incorporar algunos datos, adaptarlos a un arco dramático, porque lo podes leer como la ficción de una madre y un hijo. Pero quise poner autoficción y contar mi historia de esta manera, ficcionada, pero sigue siendo mi historia y la de mi hijo, con algunos matices, con algunas escenas adaptadas porque tiene que tener impacto y un final. Pero mi historia se sigue escribiendo todos los días, mi hijo hoy está preso en una cárcel federal de La Pampa. Mi historia se sigue escribiendo y la novela está narrada como un thriller».

La escritora habla del desafío que significó escribir a dos voces, la propia y la del hijo, que potenció y enriqueció el diálogo. «Me embarqué en eso por sugerencia de Anahí Berneri, quien además dirigirá la película sobre mi novela, y conversé con mi hijo antes de que estuviera privado de la libertad, en 2021.Le conté las ganas de escribir y me narró historias y situaciones que había vivido y que yo recién las sabía cuando llegaba a casa, de puertas para adentro,  sólo tenía algunas pinceladas de lo que le pasaba en la calle. Fue muy fuerte para mí. Y mi hijo, en su percepción sobre esta madre me destroza. Es muy complejo y doloroso saber como madre que la cosa no está yendo bien, tendemos a justificarnos…pero si yo estoy haciendo esto y aquello, pero si salí corriendo a buscar ayuda acá y allá y de repente me dije, no tengo que justificarme más, yo soy esto, amorosa, rota, torpe, sin saber cómo maternar, con mis propios deseos, mis falencias y soy esto…y esto me hace culpable de la historia de mi hijo?».

A lo largo de toda la novela la madre busca desesperadamente que su hijo sea feliz, sabiendo que es imposible que esos instantes se prolonguen en el tiempo y con la plena consciencia de ambos protagonistas de «que nadie salva a nadie, nadie se salva solo,  pero nadie termina de salvar al otro y eso es muy duro cuando se trata de un hijo y porque también en Putamadre se habla de la salud mental no diagnosticada, por ese mismo estigma del que hablamos al comienzo: yo iba a los médicos, los psicólogos, al pediatra y cuento una escena con mi hijo, que era muy chiquito y les planteaba que lo que le pasaba no era normal, que lo que le ocurría no estaba bien…pero la mirada de los profesionales estaba puesta sobre esta madre que en ese momento giraba con estrellas de rock haciendo recitales, que lo llevaba al pibe a un escenario, que no lo cuidaba del sol porque andaba en skate sin gorrita, y no sobre la patología que luego aparece de grande con un buen diagnóstico, pero ya con un espiral de consumo insostenible y una base psicótica que nadie vió ni escuchó».

Putamadre muestra las fisuras de los sistemas judicial y de salud «que no registran o guardan bajo la alfombra las cosas con las cuales no sabe como actuar o qué hacer y entonces el problema se vuelve sistémico y ahí está lo peligroso porque las políticas pública y las leyes están sin aplicarse por falta de recursos económicos, por falta de personal y no hay una estructura armada. Y en lo judicial es como una telaraña en donde las personas que ingresan al sistema son bichitos que tratan de moverse y cada vez que se mueven se enredan más y el gran problema y riesgo, cuando empezás la lucha, es cansarte….ya está, lo perdí en esta telaraña llena de tipos soberbios que no empatizan. El titular de un servicio de salud mental me dijo una vez que los psicópatas a veces son adaptados y a veces no. Un juez es un psicópata adaptado, y yo creo que es así y se los digo».

Caro Fernández sigue batallando por la felicidad de sus hijos, uno preso, la otra a su lado, sigue escribiendo, sabiendo que «puedo dejar de hacer cualquier cosa, lo que no puedo dejar de hacer es ser madre, y es enloquecedor eso. En esta época de tanto odio y crueldad días pasados me insultaron mucho por la situación de mi hijo Santi, privado de su libertad y ningún insulto hacia mi es tan insultante como el lugar en el que me he colocado como madre, yo ya me dije de todo en el libro y estoy orgullosa, porque eso somos también las madres rotas».

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